Análisis
Volver al primer amor
Carlos Ceballos analiza la designación de Oscar Ignacio García Cuerva al frente del Arzobispado de la Ciudad de Buenos Aires.

Tiempo atrás en un video, hoy muy difundido a través de las redes sociales, el Padre Oscar Ignacio García Cuerva, en un templo católico repleto de activistas políticos y sociales, al culminar la celebración dedicada a recordar a Juan Perón lee un fragmento de un mensaje del General donde éste se refiere a la unión de los argentinos y a que “solo el amor construye y acumula energías para emplearlas en bien del país”.
El sacerdote previamente, en un breve discurso, haciendo referencia al autor dice a los ahí presentes: “a veces es bueno volver a las fuentes”,… “volver al primer amor”.
El sacerdote en cuestión, de 55 años, probablemente el próximo cardenal de la Argentina, fue recientemente designado por el Papa Francisco como Arzobispo de la ciudad de Buenos Aires y según una versión periodística por fuera de la terna que le fuera presentada.
Una vez más el Papa ha dado muestra de la audacia de sus decisiones.
En rigor de verdad él es una audacia en sí mismo, generada por una decisión de sus pares del 2013 al nombrar a quien del “fin del mundo” llega para desde la Sede del Catolicismo quebrar el eurocentrismo que distinguía el pensamiento de las jerarquías católicas y de otros campos.
Una audacia que es señal entre nosotros, independientemente de las quejas de los “gorilas” y el regodeo de los “peronistas”, con que Francisco ha sorprendido a todos y a la vez ha señalado con claridad que el largo camino que ha diseñado para la Iglesia, en tanto Pueblo de Dios, no tiene retorno.
Lo que no significa que el recorrido pendiente sea corto, ni lleno de obstáculos, ni de enemigos.
En su tránsito la audacia ya se muestra necesaria, y el Papa la ha valorado en repetidas oportunidades como condición para la renovación de la Iglesia en todos los escalones de su estructura: “Por favor, seamos audaces. Replanteémonos todos el estilo de nuestras comunidades parroquiales”.
Es decir, el Papa lleva hacia los territorios y a las comunidades existentes la audacia propia del mensaje Evangélico.
La designación de García Cuerva confirma esto, no sólo por su experiencia como cura villero sino porque su pensamiento denuncia la vocación de impulsar, desde una posición preferencial, las iniciativas pastorales encaminadas a reunir la Iglesia con el conjunto del pueblo y confirma una vez más la voluntad del Papa de poner a los pueblos en el centro de su prédica y de su acción.
Todas estas confirmaciones constituyen también una nueva señal de Francisco hacia la dirigencia y el activismo político-social argentino de todos los ámbitos, tal como aquella más liviana, aunque ciertamente directa, que recibieron los hombres que escucharon decir al P. García Cuervas volver a las fuentes, al primer amor.
Este amor que construye al que se refirió tantas veces Juan Perón, solo se siente en el corazón del pueblo y lo que la señal reclama es caminar hacia él.
El corazón donde fue “leída” la doctrina nacional y que es hoy la auténtica morada del peronismo; el corazón que derramara miles de cuadros sobre el territorio patrio que luego supieron olvidarlo; el como dijera García Cuerva al activismo en un templo: “Sufre mucho y por eso los necesita tanto”.
No es al cumplimiento del “Estado presente” lo que se necesita, que también eso es, sino especialmente a mujeres y hombres argentinos que lleguen a escucharlo, a dialogar con él, a organizarlo y conducirlo.
No obstante pareciera persistirse en mirar sin ver. No se ve la señal y es posible que así como muchos únicamente citan a Francisco cuando habla sobre la economía que mata o modifica alguna estructura del Vaticano, así también el nuevo arzobispo sea destacado solo porque lo nombró a Perón y no se resuelva acompañarlo en su camino hacia el pueblo, en su volver a las fuentes, que posiblemente pronto se traduzcan en políticas territoriales.
Va de suyo que él se mantendrá en su campo, y que el activismo social y político no debe ver en este escrito la pretensión de la formación de un movimiento confesional, de ahí que el trayecto sea paralelo, pero a la vez comunicado, con puentes de relación y de diálogo, pues tiene el mismo destino; como por otra parte siempre ha sido aunque ya no sea necesaria tanta reserva.
Es esta nota solo es una visión esperanzada de un futuro renacer. Renacer inexorable que cuenta cada vez con más elementos de realización.
El General solía decir: ellos lo tienen todo, nosotros una doctrina y una fe.
Así es también hoy, pero esos tesoros nuestros sólo los encontramos en nuestro pueblo, ese que sufre y por eso nos está esperando.